Cuando las emociones nos desbordan
La experiencia de cuidar a un familiar cercano que precise de nuestra ayuda resulta una experiencia satisfactoria y reconfortante, pero también es agotadora. La persona cuidadora sufre un gran cansancio físico y emocional, en buena parte por la incertidumbre que aparece en el propio proceso de cuidados. Este cansancio está vinculado a la presencia de miedo, de ansiedad y de estrés que puede desembocar en la aparición de pensamientos negativos, incluso de tipo catastrófico. Unos pensamientos negativos que conviven con los positivos, indispensables para el bienestar emocional.
Cuando la persona cuidadora experimenta pensamientos negativos, irracionales o disfuncionales, probablemente gestionará mal sus propias emociones, así como la toma de decisiones acertada en el momento de realizar una tarea importante. Aparecerán reacciones emocionales súbitas y descontroladas, como la ira y el enojo, a la que se le sumará la sensación de soledad que a menudo acompaña a la persona cuidadora. Por otro lado, se pueden vivir momentos estresantes derivados de la propia situación de la enfermedad, pudiendo llevarnos a un bloqueo mental y a tener repercusiones negativas para la salud física, psicológica y emocional.
El torbellino de emociones que se experimenta en una situación de cuidados puede ser difícil de gestionar. Además, puede aparecer el sentimiento de culpa de la persona cuidadora por sentirse así.
Aunque no exista una fórmula mágica que nos permita saber cómo reaccionar, sí que tenemos algunas pautas generales a seguir para manejar esta tormenta emocional y no sentirnos desbordados:
- Se consciente de tu propio estado emocional.
Si sientes enfado, con ira o rabia, analiza el por qué. En ocasiones, estas emociones aparecen por la propia interpretación de la realidad que nos rodea, de aquello que estamos viviendo. Esta realidad puede verse modificada o deteriorada por nuestras concepciones, valores y creencias, por nuestros juicios de valor, nuestras historias previas con esa o esas personas o bien por nuestro propio estado de ánimo.
Tomar conciencia del propio estado emocional es clave para poder poner en marcha herramientas eficaces o recursos que puedan ayudar a superar una situación angustiosa o desbordante. - Pide ayuda de forma explícita.
Muchas veces, por no molestar, no pedimos ayuda a personas cercanas, pero todos necesitamos momentos de descanso para poder seguir adelante. Tomarte algún descanso es una buena idea para mitigar los efectos del cansancio del cuidado. Se trata de analizar cuál es el mejor momento y qué persona puede echarte una mano.
Dentro del entorno familiar, conviene que la ayuda o el apoyo en los cuidados se pida de forma explícita. En caso de existir conflictos familiares, siempre es mejor dialogar para buscar soluciones que enquistar resentimientos o malentendidos. La colaboración familiar es clave para el bienestar de la persona cuidadora y de la que recibe los cuidados. Será de gran ayuda explorar y solicitar los recursos de apoyo que puede ofrecerte tu comunidad. - Expresa cómo te sientes.
Hablar sobre nuestra frustración, resentimiento, cansancio o malestar puede ser un alivio importante. Sentirnos escuchados y comprendidos nos ayudará a racionalizar lo que nos está sucediendo, y afrontarlo con la calma necesaria. - Intenta no dar tantas vueltas al problema.
Estar continuamente rumiando una situación difícil o un problema no ayuda a encontrar soluciones. Encontrar el espacio y el momento oportuno para poder pensar con claridad, de forma objetiva, ayudará a encontrar formas de paliar esa situación. - Activa tu autocuidado.
Para poder cuidar a otra persona es indispensable prestar atención al propio cuidado poniendo en práctica estrategias que nos permitan estar en unas buenas condiciones físicas y emocionales. Se trata de no dejarse llevar por el cansancio y la derrota sino ser consciente de aquellos hábitos de vida y actividades que nos permitirán estar en una mejor situación de partida: seguir una dieta equilibrada, cuidar de las pautas de sueño y descanso, practicar una actividad física, dedicar tiempo a las actividades de ocio que te gusten (escuchar música, leer, ver películas, etc.) y buscar el apoyo socioemocional.
Ser quien ofrece los cuidados no es tarea fácil y requiere de cierta consciencia de las propias necesidades físicas y emocionales para que los resultados de nuestros cuidados sean valiosos y efectivos para la persona cuidada.
Teléfono de la Esperanza 93 414 48 48
Si sufres de soledad o pasas por un momento dífícil, llámanos.