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CARA A CARA

Estudiar una carrera universitaria con TEA

¿Una persona con TEA puede estudiar una carrera universitaria?

El autismo contempla un amplio espectro de personas y niveles de funcionamiento, así pues, propiamente el autismo no debería ser una dificultad para cursar estudios universitarios, pero cuando la persona con autismo tiene déficits cognitivos e intelectuales asociados, se tendrá que valorar juntamente con ella si el itinerario universitario es la opción más adecuada. Dicho esto, cada persona con TEA presenta unas necesidades, intereses, fortalezas y habilidades distintas y específicas que deben tenerse presentes a la hora de escoger una carrera universitaria. El éxito dependerá, en parte, de este aspecto. Así que, un primer paso ha de consistir en la identificación de estas fortalezas y habilidades. Posteriormente, en el transcurso de los cursos académicos, es posible que sea necesario contar con adaptaciones curriculares para superar posibles obstáculos derivados de la condición autista, que puedan suponer una interferencia relevante para la consecución de éxitos académicos.

Ana Barajas
Juno Marín

Sí, claro. En principio, si una persona con autismo no tiene comorbilidades asociadas que se lo dificulten, no debería tener problemas extremos para superar sus estudios o lograr cualquier cosa que se proponga, incluida una carrera universitaria, un trabajo o tener una vida plena. Incluso con algunas comorbilidades del espectro, como la ansiedad y la depresión, también es posible cumplir este objetivo.

 

¿Con qué dificultades se encuentra el alumno o alumna con TEA cuando entra en la universidad?

La universidad es un entorno educativo que, a diferencia de los estudios de secundaria, solicita al estudiante que asuma la responsabilidad de su propio aprendizaje. Esto supone que el seguimiento de su aprendizaje no será tan estrecho y que se le suponen una serie de competencias que implican mayor autonomía e independencia que las exigidas en niveles académicos previos. Además, otra de las barreras con las que se pueden encontrar es la velocidad con la que se presentan los distintos conocimientos a adquirir y las distintas tareas que se pueden plantear clase tras clase, algunas de ellas con un ingrediente añadido de interacción con los compañeros y compañeras, sin apenas margen de tiempo para asimilar los distintos conceptos expuestos.

Asimismo, pueden encontrarse con problemas para planificar y administrar su tiempo, lo que supone un elevado nivel de estrés y ansiedad. Por último, cabe destacar también las dificultades que puede implicar el tener que adaptarse a un nuevo entorno, con nuevos compañeros, con una nueva rutina y con imprevistos diversos (cambios de aulas, horarios, etc.), que pueden suponer un malestar importante.

Ana Barajas
Juno Marín

Las dificultades pueden ser variadas. En mi caso, tengo un problema con la función ejecutiva, y debo lidiar también con dos comorbilidades: la ansiedad y la depresión.

Para llevar a cabo con éxito un proyecto profesional o académico, la planificación, la organización y la gestión del tiempo son esenciales, y, de alguna forma, tengo alteradas estas funciones. No saber que tengo que entregar un trabajo o que tengo examen al día siguiente; la priorización de tareas; la dificultad para comprender enunciados en los exámenes y en las actividades, etc. También tengo dificultad a la hora de discernir qué es o no relevante cuando tomo apuntes o desarrollo respuestas.

Además, también destacaría la dificultad que genera el entorno a nivel sensitivo. Es muy difícil y cargante a nivel sensorial intentar escuchar a un profesor mientras se solapan otros sonidos del entorno: el aire acondicionado, los bolígrafos de personas tomando apuntes, los teclados, el ruido de los pasillos… De alguna forma, mi cerebro no tiene la capacidad de discernir qué sonidos son importantes, así que tengo que hacer el esfuerzo cognitivo de procesarlos uno a uno. Esto también produce que me canse antes y no pueda mantener la atención de una forma continuada. Por el contrario, si estoy con mis cascos puestos y mis tapones y me concentro en exceso, puede pasar que me olvide de beber agua, comer o ir al baño.

A todo esto se le añaden otras variables importantes a la hora de lidiar con la depresión, la ansiedad y los traumas que arrastro de experiencias pasadas. Aunque haya cosas que no sean estrictamente académicas, como por ejemplo la organización y gestión de las comidas, estas también afectan al rendimiento académico.

¿La integración y la relación con el resto de compañeros y compañeras suele ser una dificultad más? ¿Cómo se gestiona? 

La comunicación e interacción social con el resto de compañeros y compañeras puede ser fuente de malestar y estrés. En algunas carreras universitarias, la demanda de actividades en grupo puede llegar a tener un peso importante en las actividades evaluativas, y supone una de las competencias a desarrollar. Es posible que el uso de herramientas colaborativas educativas pueda ayudar a mitigar los efectos de la condición autista en este aspecto. Puede ser facilitador para estas personas utilizar espacios digitales dónde compartir ideas sin estar expuestos a la interacción social en formato sincrónico, o herramientas en las que sea posible la comunicación en tiempo real, pero sea factible abandonar el espacio si hay un malestar importante. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que estas herramientas deben ser de uso sencillo y no deben sobrecargar. Cada vez su uso está más instaurado en la actividad docente, ya que fomentan el desarrollo de destrezas sociales fuera del entorno del aula, pero aún queda camino por recorrer.

Ana Barajas
Juno Marín

Soy una persona muy afortunada, ya que me he cruzado con personas de muy buena calidad, y esto me allana el camino de forma considerable. En mi primer curso de carrera, encontré personas que siguen formando parte de mi vida, con las que puedo contar en momentos clave, e incluso les puedo pedir asistencia para regularme sensorialmente en algunas ocasiones. Gracias a estas amistades, también puedo intercambiar apuntes y me ayudan a comprender situaciones sociales con otras personas que no conozco tanto, por ejemplo, si alguien me ha gastado una broma o con los dobles sentidos y las segundas intenciones. Pero fuera de este grupo, la gente suele ser bastante amable también.

Lo que sí me sucede es que soy bastante sensible a los momentos de tensión entre compañeros. Cuando la relación con una persona no es fluida o positiva, intento evitar el contacto con ella para no encontrarme en una situación que no me siento con capacidad de afrontar correctamente.

¿Cómo se pueden preparar previamente ante el cambio que supondrá en su rutina estudiar una carrera universitaria?

Anticiparse a los cambios que pueda suponer la vida universitaria puede ser de gran ayuda para las personas con trastorno del espectro del autismo. Escoger una universidad que no implique un cambio de residencia puede ser importante, sin embargo, esto no siempre es posible. En caso de necesitar alojarse en una residencia de estudiantes o similar, es recomendable que este cambio se realice con anterioridad al inicio del curso para que pueda adaptarse con mayor capacidad. Además, es importante conocer el campus universitario antes del primer día de inicio de clases, para que le resulte más fácil ubicarse (algunas universidades como la UAB ofrecen visitas guiadas por algunas facultades), así como también es importante que hayan podido familiarizarse con el calendario y horarios de clases. En este sentido, pueden confeccionarse un calendario propio, más visual, que les ayude a organizarse, en el que también puedan incluir espacios para el estudio fuera del aula, así como otras actividades. Todo aquello que implique una rutina en sus vidas puede serles de gran ayuda.

Ana Barajas
Juno Marín

Los puntos claves son la planificación, la organización y la autoconsciencia de las propias limitaciones. Podría ser interesante hacer un simulacro de rutina dos semanas antes de que comiencen las clases, para adaptarse a los horarios. También puede ser útil visitar previamente el campus y la facultad, ubicar tus clases y buscar espacios a los que acudir en caso de crisis (yo intento buscar lugares oscuros, con poca estimulación visual, auditiva y lumínica). Y contactar previamente con los servicios de los que dispone la universidad, pues es mejor tener estos recursos y no utilizarlos si no los necesitas, que tener que tramitarlos en medio de una crisis o una situación desfavorable. Otra buena práctica es utilizar las guías docentes que cada profesor publica, con los materiales de su asignatura, su estructuración y su forma de evaluación, y ponerse en contacto con el profesor por correo si se tiene alguna duda.

Aún con todo esto, es posible que las cosas no salgan bien. De hecho, es lo más probable. Lo más importante es ser consciente de que no será fácil, especialmente en el período de adaptación. No se trata de hacerlo todo perfecto, se trata de ir haciendo en función de las capacidades de cada uno. No es necesario asistir a todas las clases, lo importante es estructurarse para los eventos importantes: entregas, exámenes, seminarios obligatorios, etc. Entre los universitarios hay un dicho: «Un cinco también son seis créditos».

¿Qué recursos o apoyos ofrece la universidad para facilitar el seguimiento y aprovechamiento de las clases?

Teniendo en cuenta que aún queda mucho por hacer, algunas universidades ya cuentan con iniciativas que trabajan para garantizar que cualquier persona, independientemente de su discapacidad o necesidad educativa específica, pueda acceder a los estudios superiores con igualdad de oportunidades y disfrutar de una vida académica y social plena y autónoma en la universidad, como el resto de sus compañeros. En esta línea, la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) cuenta con el Programa de inclusión a universitarios con necesidades especiales (PIUNE), dirigido a estudiantes con discapacidad física, visual, auditiva, múltiple, con trastornos de aprendizaje o trastornos mentales. Este servicio desarrolla acciones para facilitar tanto el apoyo al progreso y el éxito académico mediante la acción tutorial como la inserción laboral del alumnado, aprovechando las sinergias con la comunidad universitaria.

Ana Barajas
Juno Marín

En el caso concreto de la UAB, existe una red de servicios que tienen como eje central el PIUNE (Programa de inclusión a universitarios con necesidades especiales). Desde este servicio te orientan y te facilitan la posibilidad de pedir adaptaciones al equipo docente de tu facultad. También pueden ayudarte en la toma de decisiones sobre qué asignaturas escoger, a gestionar tramitaciones, etc. Además, existe también la figura del estudiante de apoyo, un compañero de carrera que puede obtener créditos a cambio de pasarte apuntes y realizar una breve formación. Dentro de mis adaptaciones actuales, se encuentran poder utilizar tapones en los períodos de exámenes, realizar pausas si es necesario, libertad para salir de clase, acceso a tutorías y un largo etcétera. El PIUNE también te pone en contacto con otros servicios que ofrece la universidad, como por ejemplo el servicio de asistencia pedagógica (UAP) o el servicio de salud mental.

A pesar de que existen estos servicios, quizás sería más útil tener un programa específico que active un protocolo para ofrecértelos en caso de ser una persona con autismo. De hecho, también hay personas con TEA que no son conscientes de que necesitan esta ayuda (me incluyo), y esto dificulta que reciban adaptaciones.

¿El equipo docente está preparado y tiene las herramientas suficientes para atender a personas con autismo?

En términos generales, no. El equipo docente no siempre cuenta con la formación necesaria para dar respuesta a situaciones que puedan plantearse en la relación docente con estudiantes con TEA; o no está preparado para identificar fortalezas y debilidades de estos estudiantes y, de ese modo, poder ofrecer adaptaciones que impliquen igualdad de oportunidades, como por ejemplo, facilitar los apuntes días antes de iniciar la clase; permitir grabar las clases; tutorías individualizadas más frecuentes; utilizar soportes visuales, etc. Sería conveniente contar con guías de recomendaciones prácticas para que el equipo docente pueda abordar las diferentes circunstancias que se pueden dar en el entorno universitario relacionadas con esta condición.

Ana Barajas
Juno Marín

Mi experiencia, a pesar de ser positiva con todos los profesores que he tenido en la carrera, me dice que no. Muchas veces noto una gran predisposición a ayudar, pero ni el docente ni yo sabemos qué es realmente lo que necesito o qué adaptaciones son más correctas. De alguna manera, el profesorado no tiene información suficiente para tratar con el autismo, o al menos esa ha sido mi percepción. No me consta que existan guías para el profesorado sobre cómo tratar con personas con TEA específicamente. Y el material universitario tampoco está adaptado a nivel visual, por lo que los artículos o textos que recibo son mayoritariamente letras sin apoyo visual. Creo que el peso cae excesivamente en el profesorado.

¿Qué aspectos se deben mejorar para garantizar una universidad inclusiva con la diversidad funcional?

Es cierto que cada vez son más los expertos que reclaman una educación superior inclusiva que garantice la igualdad de oportunidades de todo el alumnado. Algunos de los aspectos a mejorar están relacionados con la mejora de la formación docente en este aspecto y con un mayor compromiso institucional. Además, sería bueno contar con programas específicos dirigidos a estudiantes universitarios con TEA, que les permita adquirir los apoyos y adaptaciones necesarias para avanzar en su carrera académica. Un aspecto muy relevante destacado en programas internacionales de esta índole es el de la figura de «mentor», con quien los estudiantes con autismo se reúnen dos o tres veces por semana para ayudarle con la organización y las habilidades sociales, y también para realizar un seguimiento de su progreso durante el semestre.

Ana Barajas
Juno Marín

En primer lugar, la existencia de un programa específico para personas con autismo sería clave. A través de él, proporcionar orientación y cohesionar los diferentes servicios que ya ofrece la universidad facilitaría mucho que cada alumno o alumna pudiera recibir la asistencia que necesite, a pesar de que no fuera consciente de sus dificultades. En segundo lugar, quizás estaría bien establecer un grupo de apoyo supervisado por profesionales para poder tener más facilidad para desenvolverse en un grupo social concreto, y para detectar, comentar o incluso solucionar problemáticas con más facilidad. Por último, habilitar espacios donde poder descansar de los estímulos frecuentes y cargantes del entorno también sería ideal. No sé hasta qué punto todo lo que pido es factible, pero ojalá cuando me encuentro en momentos de ansiedad extrema y necesito que las luces no sean tan fuertes y que haya menos movimiento, ruido visual y sonido, tuviera estos espacios.

Este contenido no sustituye la labor de los equipos profesionales de la salud. Si piensas que necesitas ayuda, consulta con tu profesional de referencia.
Publicación: 13 de Enero de 2023
Última modificación: 4 de Enero de 2024