Persona con experiencia propia en salud mental
De la búsqueda de respuestas, a la conexión conmigo misma
Esta es mi historia con el trastorno esquizoafectivo. Soy Maitz, tengo 36 años, soy de Barcelona, de origen filipino. Comparto este testimonio para que les sirva a las personas que me lean, si están pasando por algo parecido. Y para transmitir que se puede vivir con este trastorno de salud mental.
Hace cerca de ocho años que me diagnosticaron el trastorno, pero lo peor no ha sido el diagnóstico en sí, sino el antes, el durante y los momentos en los que he tenido los episodios. El trastorno esquizoafectivo conlleva tener síntomas esquizofrénicos y cambios en el estado de ánimo bruscos. A veces me siento eufórica y otras deprimida, pero con un tratamiento médico, la terapia y mi trabajo personal, lo llevo bastante bien.
Ahora, siendo ya adulta y llevando ya muchos años conviviendo con el trastorno, he de decir que me siento orgullosa de percibir o ver las cosas de una manera distinta, de haberme convertido en la mujer que hoy soy, teniendo lo que tengo. Aunque cuando estoy mal, está claro que la cosa es más seria. En estos ocho años, he tenido dos episodios importantes: el primero fue antes del diagnóstico y el segundo en agosto de 2023.
Primer episodio: buscando la respuesta a mi malestar
El primer episodio me duró bastante tiempo, no sé si un año o más. No recuerdo mucho lo que viví; mi cerebro en este aspecto me protege. Pero cuando me coloco en ese momento, lo que me vienen son emociones muy oscuras, depresión, malestar, estrés, no me atrevía a salir de casa porque tenía agorafobia. Me sentía muy confundida. De hecho, llegó un punto en el que quise quitarme la vida. Puede que te impacte leer algo así, pero si me preguntan, lo hablo abiertamente, porque fue real. Esa experiencia fue un punto de inflexión con el que vi que solamente me quedaba ir hacia delante. Es duro vivir algo así, es duro ser consciente de que tienes una condición especial que te limita de cierta manera. Cuando hay tanto ruido mental, paranoias, depresión, cuando tu autoestima se ve minada, crees que no vales para nada y no le ves sentido a la vida. Así es cómo me sentí en mi primer episodio. No sabes por dónde empezar para remontar tu vida, tu persona. Mi cerebro no era capaz ni de leer un texto, ni de seguir una conversación, ni de hablar con coherencia. Por lo tanto, he tenido que volver a construirme como persona, construir una nueva versión de mí las dos veces.
Cuando tienes tanto ruido mental, paranoias, depresión, cuando tu autoestima se ve minada, crees que no vales para nada y no le ves sentido a la vida.
Tener un trastorno como este es mucha presión para la mente. Después de muchos años trabajando en mí, leyendo libros de autoayuda y yendo a terapia, he aprendido que necesitas terapia, un entorno social seguro con el que puedas contar y medicación. Pero en el primer episodio estaba en constante bucle sobre mi malestar, sin tener respuestas a lo que me ocurría. Acudí a todo tipo de ayudas, amistades que me dejaron de lado, una psicóloga de constelaciones familiares, incluso al tarot, pensando que lo que me pasaba era algo trascendental, y leí un montón de libros de autoayuda, creyendo que yo sola podría salir de eso. Básicamente, buscaba respuestas. Mientras tanto, ¿qué me pasaba?
Fue todo un alivio cuando me dieron el diagnóstico, porque pude encontrar respuestas después de tanto tiempo buscándolas.
Creía que las personas de mi entorno de entonces me querían hacer daño y que no me ayudaban para nada. Culpaba a mis padres por lo que me pasaba, hasta que hubo un punto en el que me di cuenta de que ya era adulta y que no me quedaba otra que solucionarlo yo. Recuerdo que hablaba de mi malestar, pero nadie me tomaba en serio, a ojos de los demás, incluso de mi familia, era yo que no me esforzaba por estar mejor ni me ayudaba a mí misma. Como no era capaz de estar estable en un trabajo, parecía que no quisiera trabajar, pero la realidad es que no podía ni trabajar. Ponte en mi situación, con paranoias todo el tiempo, pensando que tu entorno te quiere hacer daño y sintiendo las energías de los demás. Y lo crees tan fervientemente, que vives con angustia y ansiedad.
Al final, acudí a mi médico de cabecera pidiendo un psicólogo, y me vieron tan mal que me derivaron por tener ansiedad. A partir de ahí, entre pruebas y sesiones de terapia, finalmente dieron con el diagnóstico. Fue todo un alivio encontrar respuestas después de tanto tiempo buscándolas.
La recaída: síntomas y señales
En este último episodio tuve alucinaciones, más todo lo mencionado anteriormente. La creencia de que hablaban de mí (autoreferencia) me provocaba ansiedad. Lo que mi mente hacía es prestar atención a conversaciones de personas desconocidas que tenían lugar justo a mi alrededor, creyendo que tenían que ver con mi vida o conmigo. No era capaz de confiar en nadie, porque creía que las personas me querían hacer daño y no sentía un lugar seguro para poder expresar lo que me pasaba. Básicamente, creía que los demás no iban a entender lo que pensaba y sentía. En el primer episodio me sentí muy sola, pero en este segundo no. Mi entorno comprendió mejor lo que me pasaba. Y también lo que cambió es que yo me di cuenta de que estaba teniendo una recaída. Y dirás, ¿cómo es que has tenido una recaída?
Por mi recorrido a lo largo de mi tratamiento, barajaron la idea de poderme quitar la medicación y solamente ir a terapia psicológica (para que veas que hay esperanza de dejar la medicación, siempre y cuando te cuides y te conozcas bien). Así que, me bajaron la dosis poco a poco, pero, por cosas de la vida, me dio una recaída y no supe verlo hasta que tuve ansiedad la noche de vuelta de un viaje. Son muchos los factores para tener en cuenta en una situación así. En mi caso, en mi casa no estaban bien las cosas, en el trabajo había bastante estrés, así que, sin darme cuenta, tenía síntomas y no lo vi hasta que tuve este episodio de ansiedad fuerte. No pude gestionar la situación por mis propios medios, tuve que llamar a urgencias y me ingresaron en el hospital.
No era capaz de confiar en nadie, porque creía que las personas me querían hacer daño y no sentía ningún lugar seguro para poder expresar lo que me pasaba.
Lo complicado de todo esto es que es complejo de detectar. En mi caso, he tomado mucha consciencia de cómo funciona mi mente desde que me hicieron el diagnóstico, aunque eso no quita que lo pases mal. Ahora lo puedo contar con tranquilidad, pero quienes padecen algo así, saben la gravedad del asunto. Este trastorno afecta toda mi vida, y, aunque lo he pasado realmente muy mal, al final he tenido el apoyo adecuado en el momento adecuado. Mi cerebro funciona de otra manera, de ahí la terapia y la medicación para llevar mejor mi día a día. Lo que me hace estar mejor realmente es tomar consciencia de lo que me ocurre, conocer a fondo el trastorno, porque es algo que afecta a mi vida personal y profesional, y también a mi entorno.
Hoy en día me dedico a realizar talleres donde trabajo con herramientas que uso para mi trastorno, pero enfocado a la aceptación corporal, a conectar con uno mismo y al bienestar interno. Este trastorno me ha dado mucha consciencia y conexión conmigo misma para poder comprender cómo funciona, y me ha ayudado a profundizar más en mi interior. Y es por ello por lo que quiero formarme como peer to peer, para poder acompañar a otras personas en su proceso.
Espero que esta lectura te haya dado un poquito más de luz a la paz que debes estar buscando. Se puede.
Teléfono de la Esperanza 93 414 48 48
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