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La autorregulación emocional en los trastornos de la conducta alimentaria

El papel de las emociones en el control y descontrol de la alimentación
Jordi Mitjà
Jordi Mitjà Costa
Enfermero de la Unidad Funcional Integrada de Trastornos de la Conducta Alimentaria. Área de Salud Mental
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona
Eduard Serrano Troncoso
Dr. Eduard Serrano Troncoso
Doctor en Psicología. Jefe de la Unidad Funcional Integrada de Trastornos de la Conducta Alimentaria. Área de Salud Mental
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona
Autorregulación emocional ante la ingesta de comida

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) van más allá de ser un problema con la comida y pueden abarcar e implicar otras conductas problemáticas. Por ejemplo, pueden reflejar la manera con la que algunas personas afrontan el malestar emocional. En estos casos, la alimentación se considera una manera de ejercer un control ante las situaciones y las emociones que no se dominan, y representa una estrategia para poder calmar el estrés o la ansiedad.

A modo de ejemplo, las personas con bulimia nerviosa o trastorno por atracón tratan de regular sus emociones negativas a través de la ingesta descontrolada de grandes cantidades de comida, por lo que sienten que pierden el control y que no pueden dejar de comer. En cambio, las personas con anorexia ejercen un elevado grado de control sobre la alimentación y el peso: son muy estrictas en lo que se refiere a qué comer y en qué cantidad y emplean gran parte del tiempo en pensar en la comida o en las calorías.

En los TCA, la autoestima está muy condicionada por el control de la ingesta y por su impacto en la imagen corporal. Además, este control puede tener un efecto directo sobre el estado de ánimo de la persona afectada y sobre algunas emociones como la ira o la ansiedad. En algunas ocasiones, también puede actuar como una medida compensatoria de la sensación de fracaso que genera la búsqueda de una perfección irreal o inalcanzable. En definitiva, tanto el control como el descontrol con la alimentación pueden tener como consecuencia alteraciones que se manifiestan en la forma de pensar, sentir y comportarse.

En este sentido, es muy importante tener en cuenta el papel que juegan las emociones en la alimentación, ya que pueden llegar a alterarla. Una de estas alteraciones es el denominado «comer emocional», en el que se utiliza la comida y el momento de las ingestas para satisfacer otras necesidades que no tienen nada que ver con la nutrición y que no responden a una necesidad fisiológica de hambre. Por ejemplo, para calmar una situación de ansiedad o angustia interna que no se sabe regular de una manera más adecuada y saludable. Por consiguiente, el problema subyacente a este «comer emocional» puede ser la dificultad para gestionar las propias emociones.

En algunos casos, la alimentación se considera una manera de ejercer un control ante las situaciones y las emociones que no se dominan, y representa una estrategia para poder calmar el estrés o la ansiedad.

Saber diferenciar el hambre emocional del hambre real o fisiológica nos permitirá ser conscientes de si estamos utilizando los alimentos de manera adecuada o no. En el caso de que el uso de las ingestas no sea el adecuado, y para poder recuperar el control sano de la alimentación, es fundamental seguir un tratamiento específico y adaptado a cada persona y a su entorno. Durante el proceso terapéutico se identifican y trabajan los factores que mantienen el problema y los objetivos para lograr la recuperación.

Autorregulación emocional e ingesta de alimentos

Podemos definir la autorregulación como la capacidad de controlar y de gestionar nuestros pensamientos, emociones y conducta. Disponer de una buena habilidad autorregulatoria nos permitirá analizar adecuadamente el entorno, modular nuestra reacción ante los diferentes estímulos y lograr adaptarnos mejor al medio. Por eso, esta capacidad tiene grandes implicaciones en el desarrollo personal, en el ámbito social y en el bienestar general de la persona.

La autorregulación emocional nos ayudará a desarrollar varias competencias, entre ellas, la de potenciar una expresión emocional adecuada, mejorar el control de la impulsividad o aumentar la tolerancia a la frustración; y nos ayudará a adquirir diferentes habilidades de planificación y de afrontamiento ante situaciones potencialmente conflictivas. Una adecuada regulación emocional es esencial para mantener el autocontrol en muchas áreas de la vida. En contraposición, un déficit en la regulación emocional puede influir negativamente en el control de los impulsos y en la alimentación. Cuando aparecen emociones que generan un aumento o una disminución de la ingesta, es importante disponer de estrategias de autorregulación emocional para sobrellevarlas, que pueden centrarse, por ejemplo, en la capacidad de redirigir la atención hacia otros estímulos que no estén relacionados con la comida o el peso.

Regular las emociones suele ser una de las dificultades principales asociadas a los TCA. En estos trastornos acostumbra a aparecer el «comer emocional», con el que la persona afectada intenta regular las emociones negativas a través de la ingesta, priorizando la satisfacción inmediata a través de la comida como una estrategia desadaptativa de afrontamiento. Por lo tanto, el desarrollo de estrategias de autorregulación emocional es un aspecto muy importante que se debe incluir en la intervención terapéutica.

Cuando aparecen emociones que generan un aumento o una disminución de la ingesta, es importante disponer de estrategias de autorregulación emocional para sobrellevarlas.

La principal estrategia de regulación de las emociones es la reevaluación cognitiva, que consiste en modificar el significado y la interpretación que le damos a una situación para que nos genere emociones más positivas. Esto implica analizarla desde una perspectiva distinta e identificar posibles interpretaciones erróneas o detalles que podemos haber pasado por alto.

Hay otras estrategias para la regulación emocional que pueden servirnos a corto plazo, pero que debemos evitar emplear con frecuencia. Una de ellas es la distracción ante las situaciones difíciles o desagradables, que si utilizamos en exceso o como única estrategia no nos permitirá aceptar y modificar nuestras emociones ante estas situaciones. Debemos ser capaces de detectar este tipo de estrategias para poder sustituirlas por otras más beneficiosas a largo plazo, como la reevaluación cognitiva

Recuerda que, si te encuentras en una situación de pérdida de control o de falta de autorregulación sobre la alimentación, el primer paso es pedir ayuda a los profesionales especializados.

Este contenido no sustituye la labor de los equipos profesionales de la salud. Si piensas que necesitas ayuda, consulta con tu profesional de referencia.
Publicación: 26 de Julio de 2022
Última modificación: 26 de Julio de 2022
Jordi Mitjà

Jordi Mitjà Costa

Enfermero de la Unidad Funcional Integrada de Trastornos de la Conducta Alimentaria. Área de Salud Mental
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona
Eduard Serrano Troncoso

Dr. Eduard Serrano Troncoso

Doctor en Psicología. Jefe de la Unidad Funcional Integrada de Trastornos de la Conducta Alimentaria. Área de Salud Mental
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona