¿Cómo debo reaccionar si alguien me cuenta que es autista?
El trastorno del espectro del autismo (TEA) es una condición con una prevalencia en la población general del 1%. Es decir, una de cada 100 personas es autista. Teniendo en cuenta esta proporción, no es descabellado pensar que en algún momento hayas conocido, conozcas o conocerás a alguien autista.
En primer lugar, reflexionar que el autismo es una condición o manera distinta de ser, puesto que implica un neurodesarrollo distinto, pero eso no significa en ningún caso que debamos asumir que es peor ser autista que no serlo. Hay personas con más necesidad de apoyo que quizás pueden sentirse más identificadas con la denominación «trastorno del espectro del autismo», pero gran parte de la población autista se siente identificada con el término «condición de autismo» o «autismo» simplemente. Esto nos tiene que hacer reflexionar y hacer entender que existen otras maneras de ser, de comprender el mundo y de procesar la información. Debemos ser abiertos y respetuosos con estas «maneras diferentes» (podríamos hablar del concepto «neurodiversidad»), que probablemente resultarán enriquecedoras.
Si somos personas respetuosas y valorarnos que todas las personas podemos aportar con nuestras diferencias, debemos evitar hacer algunos comentarios o actuar de determinada manera que pueda connotar que no ser autista es mejor o superior a ser autista. Con este objetivo, os dejamos una serie de recomendaciones, dirigidas a las personas neurotípicas (es decir, sin una condición del neurodesarrollo) que quieran ser vecinas, compañeras, parejas, familiares o amigas respetuosas; pero también a las personas autistas que quieran facilitar que las personas cercanas las comprendan mejor.
QUÉ NO DEBEMOS DECIR O HACER
«¿Eres autista? Si no lo pareces»
La información que consumimos de medios de comunicación, películas, libros y redes sociales o las experiencias que hemos escuchados de «conocidos de conocidos» pueden contribuir a que formemos unos prejuicios muy dañinos sobre las personas. No hay una manera de «ser» o «parecer» autista. Este comentario, al margen de la intención que se tenga al hacerlo, puede resultar muy doloroso a quien lo escucha y solo pone de manifiesto esa mochila de prejuicios con la que carga.
Recomendar recetas para curaciones milagrosas
Esto es un error a varios niveles. Para empezar, reiteramos que el autismo no es una enfermedad, sino que es una condición del neurodesarrollo. Si no es una enfermedad, no tiene una cura. Sí que existen intervenciones para mejorar el bienestar de las personas autistas, que poco tienen de milagro, ya que requieren de tiempo y esfuerzo por parte de los implicados (persona autista, terapeutas y allegados).
Existen otras maneras de ser, de comprender el mundo y de procesar la información y debemos ser abiertos y respetuosos con ellas.
Compartir teorías poco fundamentadas
«Pues yo he escuchado que las vacunas...»; «Dicen que es culpa de las madres, que son frías...». Teorías desfasadas o conspiranoicas las hay de todo tipo, pero pueden ser especialmente hirientes y perjudiciales si involucran la experiencia vital de una persona o invalidan la información que recibe por parte de los profesionales que la atienden. Pasar por un proceso diagnóstico ya es suficientemente estresante y confuso como para añadir información poco fundamentada y que fomenta el estigma y los estereotipos sobre las personas autistas y sus familias.
«Ahora que te han dicho que eres autista, pareces más autista»
Las personas autistas han tenido y tienen que relacionarse con un mundo mayoritariamente neurotípico, y para ello, en muchas ocasiones, utilizan el masking. El masking o enmascaramiento tiene como objetivo ocultar características de la condición autista que no parecen encajar socialmente, como obligarse a mirar a los ojos, contener estereotipias o socializar cuando no se tiene energía para hacerlo. Estas conductas pueden drenar emociona y físicamente a la persona autista y esto repercute negativamente en la ansiedad e incluso en la propia identidad de la persona. No se es «más autista», es que probablemente esa persona ya no está haciendo masking delante tuyo.
Cambiar el comportamiento...a peor
Desde el trato despectivo hasta el condescendiente o directamente cesar el contacto con la persona que te ha contado que es autista son las mejores actitudes que puedes adoptar cuando quieres perder una amistad o un ser querido. Si, por el contrario, quieres mantener este vínculo pero no tienes muy claro qué hacer, a continuación te daremos algunas pistas.
QUÉ PODEMOS HACER
Utilizar lenguaje directo
En nuestra comunicación habitual utilizamos con frecuencia las ironías, las frases hechas..., que pueden no ser fáciles para muchas personas autistas. Utilizar un lenguaje más directo o literal puede facilitar la comunicación. Y,si la persona autista pregunta para verificar «¿esto es broma?», debemos contestarle amablemente.
Usar una comunicación adaptada
Algunas personas autistas pueden precisar algunas adaptaciones para conseguir que la comunicación sea efectiva. Pueden estar más concentradas o sentirse más tranquilas si no han de mirar a los ojos, y, a veces, pueden necesitar que el lenguaje no sea rápido. Al igual que hacemos esfuerzos para comunicarnos de otra manera cuando alguien es extranjero, también podemos hacer un esfuerzo mutuo por comunicarnos entre personas autistas y no autistas.
Debemos tener la confianza y la tranquilidad para decirle a la persona: «si necesitas descansar y no mirar a los ojos, no te sientas obligada a hacerlo» o «si no has entendido algo, me lo preguntas». En definitiva, debemos ser amables y ponérselo fácil a la persona con la que tenemos un vínculo.
Anticipar
En general, no nos suele gustar que nos hagan un cambio de última hora, así que puedes ahorrar que la otra persona lo pase mal o que se enfade contigo con un simple aviso. A la mayoría de personas autistas no les gusta la improvisación y es algo que debemos tener en cuenta. Concretar un plan con antelación (dónde, cuándo, con quién...), avisar si cambia, tener opciones por si se cancela y evitar en la conversación inconcreciones temporales como «te llamo luego» o «ya hablamos» son algunos cambios que pueden mejorar la comunicación con los demás, sean o no autistas.
Tener en cuenta la sensorialidad
Ten en cuenta que todas las personas tenemos nuestra propia sensorialidad, pero en el caso del autismo es mucho más marcada. Puede haber personas que tengan hipersensibilidad a los sonidos, a las luces o al tacto, que les activa respuestas de dolor o ansiedad. Que una persona no autista no lo perciba no quiere decir que no sea cierto. Así pues, puedes preguntarle por la sensorialidad y crear un ambiente confortable para ambos. La adaptación tiene que ser mutua y cuidar la sensorialidad de los espacios beneficia a todas las personas.
¿No sabes? Pregunta.
Pregunta, porque autista o no autista, cada persona es diferente. Pero pregunta, con respeto y con empatía, porque la persona que te lo ha contado ha confiado en ti y qué menos que tratar esa confianza con el mimo que merece. Si quieres informarte más, procura hacerlo en fuentes adecuadas.
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