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El estrés, un factor de riesgo para la psicosis

Señales de alarma y consejos para reducirlo

Regina Vila Badia
Dra. Regina Vila Badia
Psicóloga postdoctoral del grupo MERITT. Unidad de Investigación y Desarrollo.
Parc Sanitari Sant Joan de Déu
Noia respirant profundament

A pesar de que no conocemos con total certeza los mecanismos implicados en la aparición y en la evolución de la psicosis, sabemos que hay distintos factores de riesgo que influyen en su desarrollo. En el ámbito genético, se hereda la vulnerabilidad de poder tener un trastorno y con la interacción de distintos factores ambientales, se puede desarrollar o no una enfermedad como la psicosis. Algunos de estos factores de riesgo son las complicaciones obstétricas y perinatales, las experiencias traumáticas durante la infancia, las situaciones de adversidad social, el estrés y el consumo de sustancias. En resumen, se puede decir que la contribución y la interacción de distintos factores biológicos y ambientales puede ayudar a explicar el origen y la evolución de la psicosis.

La vulnerabilidad y el estrés se determinan en los primeros años de vida, ya que es cuando se pueden dar muchos más factores de riesgo, como por ejemplo las complicaciones obstétricas y perinatales, la nutrición y las experiencias traumáticas en la infancia. Además, en esta época el cerebro está en pleno desarrollo y es más sensible a los cambios, y eso puede producir alteraciones emocionales y cognitivas en la persona. 

En la adolescencia y la edad adulta es frecuente vivir diferentes sucesos vitales estresantes, que directa o indirectamente y subjetiva u objetivamente, nos afectan u nos desafían, rompiendo nuestras actividades diarias y alterando nuestras estrategias compensatorias. Estos sucesos pueden ser positivos o negativos y su percepción dependerá del momento y de cada persona. Es importante destacar que incluso aquellos sucesos que valoramos como positivos nos pueden generar también mucho estrés. Algunos ejemplos de situaciones estresantes pueden ser la recta final de los exámenes, la separación de la madre y el padre, un divorcio, la muerte de un ser querido, etc. Pero también nos pueden generar estrés algunas situaciones que para nosotros son positivas, como por ejemplo empezar un nuevo trabajo, iniciar una relación amorosa o un embarazo. Estos sucesos vitales estresantes se consideran uno de los factores más importantes en la aparición de la psicosis.

Todos estos factores de riesgo son muy relevantes, pero también lo es la interpretación y la capacidad del individuo para afrontar estas situaciones y para recuperarse de ellas.

No sentirnos preparados para afrontar determinadas situaciones no significa que no tengamos las habilidades para hacerlo o que seamos incompetentes. De hecho, una misma situación, en determinados momentos de vuestra vida no nos genera estrés y la podemos resolver muy bien y, en cambio, en otros momentos nos superará y necesitaremos ayuda. Por lo tanto, simplemente a veces es el momento en el que nos encontramos lo que hará que nos sintamos preparados o no para resolver una determinada situación.

Señales de alarma del estrés

Un estrés elevado, durante mucho tiempo (crónico) puede generar en nuestro organismo cambios que pueden afectarnos tanto física como mentalmente. Aquí es donde pueden aparecer toda una serie de síntomas que pueden ir desde la ansiedad y la depresión, a la presencia de sintomatología psicótica. Por lo tanto, es importante saber detectar y gestionar de manera efectiva el estrés.

Síntomas de alarma ante un estrés que empieza a ser perjudicial para nuestra salud física y mental:

  • Cambios en el apetito
  • Peso en el pecho
  • Tensión muscular
  • Dolor de cabeza
  • Dolor estomacal
  • Dolor de espalda, cuello y hombros
  • Dificultad para dormir
  • Dificultad para concentrarse
  • Irritabilidad
  • Cansancio

¿Qué puedes hacer para reducir el estrés?

  • Haz ejercicio físico. Estar físicamente activo o activa es bueno para nuestro cuerpo y para nuestra mente. Se recomienda hacer 150 minutos de actividad física de intensidad moderada o 75 minutos de actividad física de intensidad elevada por semana.
  • Cuida la alimentación. Intenta escoger opciones de comida más sanes, si puedes.
  • Toma consciencia de tu mismo/a y del mundo que te rodea. Sé consciente de tu respiración, de tu cuerpo y de tu entorno. Actividades de relajación, como el yoga o el mindfullness pueden ser buenas opciones.
  • Intenta llevar un ritmo regular del sueño. Un buen descanso es necesario para nuestro cuerpo y para nuestros pensamientos. En las personas adultas se recomienda dormir entre 7 y 9 horas, y entre 8 y 10 horas en el caso de los adolescentes.
  • Realiza actividades agradables. Busca actividades que te permitan sentirte feliz y te pongan de buen humor. ¡Quizás, incluso es el momento de probar cosas nuevas!
  • Rodéate de tu gente. Estar en contacto y pasar tiempo con la familia y tus amistades es una buena forma de mejorar tu estado de ánimo y reducir el estrés.
  • Pide ayuda. En determinadas ocasiones, cuando estamos sobrepasados, es importante saber pedir ayuda. Compartir tu experiencia con profesionales de la salud, además de acompañarte en este proceso, te dará herramientas para poder gestionar mejor el estrés y las situaciones en las que te encuentres.

Hay muchas personas que experimentan situaciones de estrés. No eres la única. También es importante destacar que, a pesar de que nos sintamos preparados para afrontar determinadas situaciones, no quiere decir que lo tengamos que hacer solos. ¡Pedir ayuda no es signo de debilidad! 

 

Este contenido no sustituye la labor de los equipos profesionales de la salud. Si piensas que necesitas ayuda, consulta con tu profesional de referencia.
Publicación: 29 de Noviembre de 2021
Última modificación: 29 de Noviembre de 2021
Regina Vila Badia

Dra. Regina Vila Badia

Psicóloga postdoctoral del grupo MERITT. Unidad de Investigación y Desarrollo.
Parc Sanitari Sant Joan de Déu