¿Cómo podemos ayudar a los adolescentes a confiar en sus capacidades?

Resumen
La autoeficacia es la sensación que tiene una persona de sentirse capaz de hacer lo que sea necesario para conseguir los resultados que desea. Es decir, es la creencia que tenemos sobre nuestra capacidad para lograr objetivos, gestionar situaciones y superar retos.
Según Albert Bandura, psicólogo canadiense que propuso este concepto, esta creencia determina cómo nos sentimos, cómo pensamos, cómo nos comportamos y cómo nos motivamos. De hecho, la autoeficacia y la autoestima están muy relacionadas y se refuerzan mutuamente.
Esta percepción de competencia no es fija: podemos tener una autoeficacia alta en un ámbito (como el deporte) y baja en otro (como las matemáticas). Pero lo más importante es que se puede entrenar y desarrollar.
¿Para qué sirve la autoeficacia?
Creer que puedes conseguir lo que quieres es uno de los ingredientes más potentes para lograrlo, no solo en el ámbito académico, sino también en el personal y en el vital. Las personas que confían en sus capacidades:
- Abordan las tareas como retos.
- Perseveran ante las dificultades.
- Son proactivas y tienen iniciativa.
- Se recuperan, se transforman y aprenden.
En cambio, una baja autoeficacia puede hacer que las personas ni siquiera intenten lograr una meta, porque creen de entrada que no lo conseguirán. De este modo, se ponen límites ellas mismas.
¿Cómo podemos ayudar a entrenar la autoeficacia en la adolescencia?
La autoeficacia se puede entrenar y desarrollar a través de diferentes estrategias que pueden trabajarse tanto en casa como en el centro educativo. Aquí tenéis algunas estrategias para hacerlo, con ejemplos concretos para las personas adultas que acompañan a personas adolescentes:
1. Favorecer experiencias de éxito
Las vivencias de éxito son la base para aumentar la confianza en las propias capacidades.
Ejemplo: Si un adolescente quiere mejorar en las exposiciones orales, ayúdale a preparar una presentación corta y sencilla. Si lo hace bien, se sentirá más seguro para afrontar una de más compleja. Poco a poco, asociará su esfuerzo con los resultados positivos. Ajusta los retos a su nivel. Si son demasiado difíciles, se frustrará. Si son demasiado fáciles, no crecerá.
2. Utilizar modelos a imitar
Observar a personas similares (compañeros, hermanos, referentes reales) afrontando tareas con éxito puede aumentar la autoeficacia.
Ejemplo: Muéstrale un artista que haya tenido dificultades para aprender a tocar un instrumento, pero que ahora disfruta mucho gracias a la constancia. Esto también puede motivarle a persistir.
3. Hacer valoraciones verbales positivas
Lo que oímos de otras personas sobre nosotros puede transformar la manera como nos vemos. También es muy importante cómo nos hablamos a nosotros mismos.
Ejemplo: Después de un intento fallido en una prueba, puedes decirle: «He visto que te has esforzado mucho. ¿Cómo te sientes? Quizás ahora no ha salido cómo querías, pero esto te servirá para hacerlo mejor la próxima vez». Evita elogios vacíos como «eres el mejor», y apuesta por mensajes que refuercen el esfuerzo y la mejora.
Podemos dotar a los adolescentes de herramientas para creer en ellos mismos, para intentar, para persistir y para hacer frente a las dificultades.
4. Gestionar los estados de ánimo
El estado emocional influye mucho en cómo nos sentimos con nosotros mismos y cómo nos vemos capaces y nos movemos hacia la acción.
Ejemplo: Antes de un examen, ayúdala a hacer una respiración profunda o a pensar en una situación que la tranquilice. Esto puede reducir la ansiedad y aumentar la seguridad en ella misma.
5. Practicar la visualización
Imaginarse consiguiendo una meta puede ayudar a la persona a enfocarse y a preparar el cerebro para lograrla.
Ejemplo: Invita a la persona a cerrar los ojos antes de una entrevista, imaginando cómo entra a la sala, cómo responde con seguridad y cómo se va satisfecha. Este ejercicio mental puede ayudarla a actuar con más confianza.
Las personas que confían en sus capacidades perseveran ante las dificultades, tienen iniciativa, se recuperan y aprenden.
Más allá de la motivación
Trabajar la autoeficacia es mucho más que motivar, es dotar a los adolescentes de herramientas para creer en ellos mismos, para intentar, para persistir y para afrontar situaciones. Y esta confianza no se construye sola: hay que crear contextos en los que puedan experimentar y entrenar esta habilidad.
La autoeficacia se cultiva paso a paso, con retos adecuados, mensajes constructivos y acompañamiento cariñoso y respetuoso. Y cuando esta creencia arraiga, el adolescente se transforma en protagonista de su propia vida.
Las figuras adultas tienen un papel fundamental en este entrenamiento y tienen que ejercer un acompañamiento consciente. Algunas acciones concretas que pueden ayudar:
- Hacer visibles sus fortalezas de manera realista.
- Valorar los esfuerzos, no solo los resultados.
- Hablar con naturalidad de las limitaciones como puntos a mejorar de manera constructiva.
- Animar a la persona a volverlo a intentar después de un error o de algo que no ha salido como esperaba.
- Preguntarle por sus aspiraciones vitales más allá del ámbito académico.
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