Beneficios del deporte en niños y adolescentes
Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha tenido que hacer del «movimiento» su principal aliado en la lucha por la supervivencia. Su capacidad para correr, saltar, nadar, trepar y utilizar sus manos como herramienta le han permitido explorar y explotar el entorno a su favor. Y es que estamos hechos para el movimiento, y en gran medida dependemos de él tanto para la formación, como para el desarrollo y la consolidación anatómica y funcional de nuestro ser.
La práctica de actividad física es un hecho natural y fundamental en la vida del niño y del adolescente. Le ofrece momentos de felicidad, diversión y aprendizaje, a la vez que le introduce en un ámbito psicosocial que le estimula y fortalece como individuo. Es esencial en la prevención de enfermedades del adulto y le fortalece física, mental y emocionalmente.
Gracias al avance de las neurociencias, actualmente sabemos que el intelecto no solo se nutre del conocimiento y que la actividad física regular y mantenida en el tiempo (en especial el ejercicio cardiovascular o aeróbico), puede producir cambios funcionales y estructurales en el sistema nervioso al liberarse un gran número de sustancias (como la serotonina, la dopamina, la adrenalina y la noradrenalina, entre otras) que modulan y consolidan determinados procesos cognitivos (como la atención y la memoria).
Sabemos también que existe otro importante grupo de sustancias que aumenta con el ejercicio físico (como el factor neurotrófico derivado del cerebro, también conocido como BDNF, del inglés brain-derived neurotrophic factor, el factor de crecimiento insulínico tipo 1 y el factor de crecimiento vascular endotelial) y que en modelos animales dichos factores pueden modular tanto el aumento en el número de neuronas, como en el de los capilares sanguíneos y las conexiones entre las propias neuronas (sinapsis).
Por tanto, hemos descubierto que la práctica regular de deportes ayuda a optimizar el proceso del aprendizaje mediante la secreción de una serie de sustancias químicas y neurohormonales que son facilitadoras de los procesos cognitivos relacionados especialmente con la atención y la memoria. Mejora la circulación y oxigenación cerebral, fundamental proveedor de los nutrientes necesarios para su correcto funcionamiento. Tiene además una enorme influencia positiva en el resto de los sistemas del organismo (cardiovascular, respiratorio, locomotor, inmunológico y endocrinológico).
Y por si esto fuera poco, hemos aprendido que el hábito del ejercicio físico introducido desde edades tempranas podría llegar a reducir el riesgo de padecer trastornos mentales a largo plazo (depresión, ansiedad).
Sin embargo, a pesar de los indudables beneficios que la actividad física aporta a dichos aspectos cognitivos y de salud mental, la relación entre actividad física y cognición es sumamente compleja y no todos los tipos de ejercicio parecen mejorar de forma evidente todos los aspectos cognitivos. En este sentido, parece ser que el ejercicio cardiovascular o aeróbico (caminar, trotar, correr, bailar, esquiar, ir en bici, etc.) es posiblemente el más efectivo en cuanto a mejorar la función cognitiva en niños. Se sabe que niños en edad escolar que dedican al menos una hora cada día a realizar actividad física intensiva, muestran un mejor funcionamiento cognitivo. Y aunque se necesitan más estudios al respecto, existe suficiente evidencia en la literatura científica actual como para recomendar la práctica regular de este tipo de deportes en niños y adolescentes.
Porque el deporte (independientemente de los beneficios biológicos antes mencionados) cuando es entendido y planteado desde un diseño pedagógico adecuado, puede resultar generador de valores sociales y personales muy positivos y contribuir a la formación integral de la persona. Es en definitiva educación, puesto que transmite unos valores asociados que son esenciales en la formación de la persona y de sus habilidades sociales, como son la tolerancia, la solidaridad, el esfuerzo, el sacrificio y el respeto a los otros y a las normas. Es pues una fuente de conocimiento, una oportunidad para fortalecer el carácter y adquirir determinados valores extrapolables a muchos otros campos de la vida familiar, profesional y cívica.
El deporte físico regular previene la aparición de enfermedades cardiovasculares en la etapa adulta, a la par que favorece el desarrollo cognitivo de nuestros niños y adolescentes, y les fortalece física, mental y emocionalmente.
Este es un artículo original del 12º Informe FAROS «Una mirada a la salud mental de los adolescentes - Claves para comprenderlos y acompañarlos».
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