«Acompañar en el final de vida nos ayuda a respondernos preguntas fundamentales»
Josep Antoni Boix Ferrer, responsable del Servicio de Atención Espiritual y Religiosa (SAER) en Parc Sanitari Sant Joan de Déu, vivió intensamente los primeros meses de la pandemia de la COVID-19, en los que era imposible que las familias pudieran estar presentes en los momentos finales de sus seres queridos. Esta imposibilidad creó un gran desconcierto, frustración y tristeza en muchas familias, que tuvieron que iniciar un duelo sin despedidas y sin los rituales personales y sociales necesarios para vivir esta difícil etapa.
«A nivel mundial», explica Boix, «millones de personas creen que la muerte es algún tipo de tránsito hacia otro tipo de existencia. Tanto si tienes la creencia o no, lo cierto es que se trata de un momento significativo, en el que aparecen preguntas inevitables ante las que debemos tener respuesta».
Las instituciones de salud buscaron y posibilitaron los medios para que las familias y las personas que estaban en sus últimos momentos de vida pudieran despedirse. Aunque los dispositivos móviles permitieron algunas despedidas, las instituciones sanitarias realizaron importantes esfuerzos, en cuanto fue posible, para facilitar la presencia de al menos un ser querido en los momentos finales de muchas personas fallecidas por la COVID-19.
«Recuerdo la primera despedida presencial que pude acompañar», rememora este profesional, «y me emociona. Era una hija que pudo despedirse de su madre. Había tanto amor, tanto agradecimiento, tanta vida concentrada, que sentí que todo el esfuerzo institucional y personal hecho para posibilitar este momento de despedida valía la pena».
Si se volviera a producir una situación similar, Josep Antoni Boix tiene clara la importancia de disponer de los recursos materiales y humanos para que estas despedidas presenciales al final de la vida sean posibles. Hay temas fundamentales, como estos momentos de despedida, que, según Boix, debemos vivir, experimentar y respondernos a las preguntas que aparecen: ¿la persona querida murió en paz? ¿Estaba tranquila? ¿Dijo unas últimas palabras? ¿Hemos podido decir lo que necesitábamos? Y, sobre todo, considerando sus últimos momentos, ¿Hemos podido transmitir nuestro amor? ¿Hemos podido confortar a nuestro ser querido, darle esperanza, valor o serenidad?
En medio de la desgracia de todas estas muertes por COVID-19, fueron posibles muchos más momentos de despedida como el relatado por Boix. Momentos en que «se percibe esa vida que no cesa, el amor y la importancia de que todos debemos hacer posible esos momentos de despedida, que nos caracterizan como seres humanos y de los que no podemos privarnos».
Teléfono de la Esperanza 93 414 48 48
Si sufres de soledad o pasas por un momento dífícil, llámanos.
Josep Antoni Boix Ferrer reflexiona sobre los momentos vividos en los primeros meses de la pandemia en el que no era posible el acompañamiento físico de la familia en los momentos de final de vida de las personas enfermas de COVID-19.
Esta experiencia, inédita para las familias pero también para los profesionales que atendieron a las personas que fallecieron, ha aflorado numerosas reflexiones sobre cómo se ha podido acompañar y a qué rituales de despedida no deberíamos renunciar.