¿Cómo puedo mejorar la comunicación con mi hijo adolescente?

• Reaccionando de forma positiva a sus intentos de conexión emocional.
• Mostrando disponibilidad e interés.
• Escuchándole activamente.

• Expresando emociones positivas hacia tu hijo/a a través de cumplidos, alabanzas y comentarios positivos.
• Respetando sus decisiones y errores.

• Generando confianza y estabilidad en vuestra relación a través de la comprensión y la empatía.
• Creando rituales que tengan un significado simbólico y emocional para vosotros.

• Conociendo y aceptando los sueños de tu hijo/a.
• Potenciando su autonomía y autoeficacia.

• Escuchándole y aceptando sus ideas y opiniones, aunque no estés de acuerdo.
• Estando abierto a su persuasión, aunque no signifique ceder en todo.

• Aceptándole por quién es y no por la persona que desearías que fuera.

Transigir

• Mostrando flexibilidad en tus decisiones.
• Alcanzando acuerdos que os satisfagan a ambos.

Discrepar con suavidad

• Aprendiendo a comunicarle una queja o desacuerdo de forma asertiva. 
• No cayendo en críticas ni descalificaciones.

Reparar la comunicación

• Desescalando tus emociones negativas durante las discusiones con tu hijo/a adolescente.
• Interrumpiendo la conversación si crees que puedes perder el control y retomándola con más calma después

• Estando abierto a hablar sobre sexualidad, alcohol y drogas, salud mental, divorcio, muerte, etc. 

• No atacando su forma de ser, ni etiquetándolo.
• Señalando tu desacuerdo con hechos o comportamientos concretos.

• No estando ausente mentalmente durante las conversaciones con tu hijo/a.
• Utilizando técnicas de escucha activa.

• Dejando acabar a tu hijo/a sin cortarle. 
• No ofreciendo consejo o soluciones de forma precipitada. 

• Razonando y negociando con el adolescente.
• No diciéndole constantemente lo que debe hacer, dejando que decida por sí mismo/a. 

• No contraargumentando frente a sus quejas (no utilizar «pues yo más», «lo mio es peor»).
• No contraatacando frente comentarios ofensivos y/o descalificaciones que te profiera

• No insultándole ni humillándole, aunque estemos molestos.
• Cuidando nuestra comunicación no verbal.

• Informándole de asuntos importantes para él/ella o la familia. 
• Abordando preocupaciones que pueda tener tu hijo/a y ofreciéndole información fiable

• No minimizando el malestar de tu hijo/a, acompañándole y observándole.
• Buscando consejo o ayuda experta en caso de no observar mejoría o de empeoramiento