Cuidar el amor
Las relaciones afectivas y de pareja son muy importantes en la vida de la persona, incluso necesarias. Pero nunca son perfectas porque las personas tampoco lo somos, pero es importante que podamos sentirnos bien la mayor parte del tiempo en esa relación. Para que una relación sea sana, es necesario un esfuerzo de ambas partes, tener disponibilidad para trabajar por la relación y atender a las dificultades que ésta pueda tener para así alcanzar el mayor bienestar emocional y general posible.
Para ello hay que partir de una visión no idealizada de la relación. Las relaciones pasan por momentos de mayor pasión, otros de más estabilidad e incluso rutina, momentos buenos y otros que no tanto, para irse convirtiendo en relaciones más ricas y profundas. Conseguir que la relación sea saludable implica aceptar y gestionar esos diferentes momentos y atender los posibles desacuerdos.
¿Qué caracteriza las relaciones afectivas sanas?
- Sin duda, el amor, la admiración y el cariño hacia la otra persona son la base de cualquier relación saludable, y no son posibles sin al mismo tiempo cuidarnos, querernos a nosotros mismos.
- Es importante conocer a la otra persona, saber cómo es, sus inquietudes y objetivos, qué le gusta, su historia vivida, cómo se relaciona con su familia y amistades, etc. Cuánto más se conoce al otro, mayor será la confianza y mejor la comunicación.
- Es imprescindible tratar a la otra persona con respeto y que seamos tratados de la misma manera. Habrá cosas en las que no siempre haya acuerdo, pero se deben respetar sus ideas, sus elecciones, y no esperar cambiar a la otra persona ya que cada uno tiene su forma de ser. Respetar al otro aumentará la confianza dentro de la relación, así como el deseo de estar juntos.
- La confianza mutua es también un pilar importante en cualquier relación, y no es posible sin honestidad.
- Para cuidar la confianza, el respeto y el cariño es importante tener una buena comunicación, especialmente en momentos de desacuerdo o discusión. Dialogar permitirá crear proyectos de vida comunes, y para ello hay que negociar, pedir perdón, perdonar, ceder y llegar a acuerdos, por lo que una buena actitud al hablar de los problemas será crucial.
- Libertad e independencia. Aunque pueda parecer contradictorio, para poder tener una relación saludable y pasar tiempo de calidad compartido, es imprescindible aceptar que la otra persona no nos pertenece, tiene sus propias metas y sueños, y elige libremente estar en la relación; igual que nosotros. Por ello, es tan importante tener también un espacio propio y que éste sea respetado. En ese espacio personal cada miembro de la relación puede hacer actividades que le gusten y desarrollar aficiones, y pasar tiempo con su familia y amistades. El espacio común, también muy importante, se reserva para hacer actividades compartidas y todo aquello que comporta el día a día de la relación.
- Para que la relación sea saludable y sólida es importante también que compartan un proyecto de vida compartido, es decir, que estén de acuerdo en aspectos importantes como el matrimonio, tener o no hijos, y otras decisiones importantes para poder ir en una misma dirección.
- Con todo lo dicho antes, en base al respeto, la libertad, la confianza y la voluntad de construir un proyecto de vida, es necesario establecer límites: todo está bien dentro de la relación si los miembros están de acuerdo y así lo deciden de forma libre. Definir estos límites desde el inicio de la relación permite conocer a la otra persona y respetarla. A lo largo de la relación, estos límites pueden irse revisando y adaptando a las necesidades de cada momento, para lo que son importantes de nuevo el respeto y la comunicación.
- El sexo tiene un papel relevante en las relaciones, aunque la importancia que se le dé será diferente en cada pareja o relación. Es importante que dentro de la relación se pueda hablar de ello con confianza y naturalidad.
¿Cómo podemos comunicarnos mejor en una relación?
Para que nuestra comunicación sea más respetuosa y efectiva es recomendable evitar mensajes del tipo «tú has dicho / hecho» o poner etiquetas, evitar las palabras «siempre» y «nunca», y en su lugar utilizar frases del tipo «yo creo», «yo me siento», «creo que podríamos».
También es importante mantener una actitud de escucha, evitando interrumpir cuando nos habla la otra persona y dando señales de que le prestamos atención. Cuando sea nuestro turno de hablar, si intentamos resumir lo que la otra persona nos ha dicho y lo que consideramos más importante, ayudará a la otra persona a estar más receptiva a nuestras ideas, sentimientos y pensamientos, aunque no estemos totalmente de acuerdo.
A veces las dos personas que discuten tienen puntos de vista muy diferentes y se hace necesario buscar soluciones intermedias con las que ambos puedan sentirse cómodos y de acuerdo.
Algunas otras ideas que ayudan a dialogar y discutir de forma más constructiva y saludable pueden ser:
- Discutir solamente un tema cada vez.
- Utilizar un tono amable.
- Evitar discutir los temas cuando nuestro nivel de enfado sea elevado.
- Ser concretos en nuestras peticiones hacia la otra persona.
- Intentar acabar la conversación con algún mensaje positivo, como podría ser agradecer a la otra persona el haber estado hablando para solucionar el problema.
¿Y cuando no funciona?
Lograr relaciones sólidas y saludables no siempre es fácil, y es importante hablar de ello con la otra persona y ver qué podéis mejorar, siempre desde la confianza y el respeto.
A veces, si no podemos resolver los problemas por nosotros mismos, hablar con un o una profesional puede ayudar a resolver esos problemas y mejorar la relación.
Teléfono de la Esperanza 93 414 48 48
Si sufres de soledad o pasas por un momento dífícil, llámanos.