¿Qué es una crisis en la comunidad en los casos de abusos sexuales infantiles?
«Hay muchos tipos de abusos sexuales. Básicamente, un abuso sexual infantil se puede dar en tres espacios:
- En el espacio intrafamiliar, que es un espacio de convivencia.
- En un espacio de confianza, que es donde tu llevas a tus hijos porque confías en que serán bien tratados.
- El espacio público, que es la calle, el transporte público, etc.
Los casos que suceden en los espacios de convivencia afectan a personas concretas, que son las afectadas y son muy importantes, pero no generan una crisis social a no ser que la figura abusadora sea una persona muy relevante. Por ejemplo, que sea un profesor denunciado por su familia y que pueda afectar, de forma concreta, en el instituto donde estaba haciendo clases.
Cuando se generan crisis sociales son los casos que pasan en los entornos de confianza, como entidades educativas, de ocio o culturales. En estos entornos nos encontramos con los “abusadores profesionales”, es decir, aquellos que aprovechan su profesión para estar en contacto con niños y niñas.
Estos casos tienen un impacto devastador porque tenemos a las víctimas directas, que son las que han revelado las situaciones de abuso, pero, por otro lado, aflora una sospecha enorme de que puede haber más víctimas que no lo han contado.
Esto genera un malestar inmenso entre las familias que forman parte de esta comunidad y que están preocupadas por si su hijo o hija puede ser una de estas víctimas que no lo ha explicado. A la vez, nos encontramos a otras personas que han convivido con la persona abusadora, a la que les puede unir una amistad o una relación laboral y que deben enfrentar la incredulidad y el sentimiento de culpa de pensar que no se han dado cuenta de nada. Es decir, tenemos a diferentes miembros de la comunidad heridos por un hecho muy concreto como es el abuso sexual infantil. Cuando los abusos acontecen entre personas menores de edad, que ya es 1 de cada 3 casos, tenemos, como mínimo, a dos familias enfrentadas que pueden tener posiciones muy antagónicas, incluso llegar a expresar que estamos exagerando y que son cosas de niños. Claro, cuando se dan casos en zonas urbanas grandes, puede quedar diluido, pero cuando sucede en ciudades medianas o pequeñas, o entornos más rurales donde todo el mundo se conoce, esto es una bomba devastadora que puede cambiar por completo la vida del municipio.
También nos encontramos con crisis sociales en casos en que el abuso se ha producido en entornos públicos. Esto sucede a veces por las propias características del caso. Es lo que sucedió, por ejemplo, en el caso de “la manada” de Badalona, que implicaba un abuso grupal de menores en un centro comercial.
También se generan crisis con los casos prescritos, muchas veces relacionados con congregaciones religiosas que siguen siendo agentes educativos. Son casos en los que aparecen sentimientos muy potentes relacionados con el encubrimiento, la mentira…Y también hay que gestionar los sentimientos de los profesores que forman parte de esta comunidad cuando aparecen los casos y que tienen que estar emocionalmente fuertes para poder seguir con su labor educativa y proteger a su alumnado. Aunque se trate de casos antiguos, estos profesores se pueden sentir señalados, aunque no hayan hecho nada. Es complicado de gestionar».